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Día Mundial de la Tiroides
Celebrando el Día Mundial de la Tiroides, dedicamos un momento para explorar la fascinante historia de esta pequeña glándula ubicada justo en la base del cuello, escencial en la regulación del metabolismo y otras funciones corporales. La historia de su descubrimiento y comprensión refleja siglos de avances médicos y científicos, y cómo la ciencia siempre ha sido insaciable en la búsqueda de respuestas.
La preparación consiste en la tráquea, la laringe, la faringe y la lengua. Están representadas en la parte inferior la glándula tiroidea apoyada en el tramo inicial de la tráquea y en la parte superior la lengua con las inserciones proximales de algunos músculos que la componen. En la parte superior del modelo se reconoce el paladar blando con la úgula en el centro y la pared posterior de la faringe.
Ya en la China del 2700 a.C., se documentaron casos de bocio -un aparatoso agrandamiento visible de la glándula tiroides- y comenzaron a utilizar algas de manera empírica como tratamiento (debido a su alto contenido en yodo), aunque sin entender completamente su relación con los magníficos resultados obtenidos. Igualmente, en Grecia, Hipócrates y otros médicos indagaron el origen de esta afección, aunque lo atribuyeron erróneamente a la calidad del agua potable.
Siglos más tarde, en el Renacimiento, Leonardo da Vinci hizo algunas de las primeras representaciones anatómicas precisas de esta glándula alrededor de 1500, y aunque Da Vinci no comprendía su función, sus minuciosos dibujos ayudaron a establecer la tiroides como una estructura anatómica específica.
El revolucionario anatomista Andreas Vesalio, en su obra “De humani corporis fabrica” (1543), también la describió, aunque sin una comprensión completa de su función. No mucho después, en 1656, el anatomista inglés Thomas Wharton nombró la glándula tiroides en su obra “Adenographia” y pese a que sus ideas sobre la función de la tiroides eran incorrectas, su trabajo fue crucial para el reconocimiento de la glándula como una entidad específica del cuerpo.
Se tuvo que esperar hasta el S. XIX, para que se sucedieran nuevos descubrimientos de importancia. En 1811, el químico francés Bernard Courtois descubrió la naturaleza física y química del yodo, y en 1820, Jean-François Coindet utilizó este elemento para el tratamiento específico de bocios, estableciéndose ya una conexión crucial entre el yodo y la función tiroidea.
Theodor Kocher, cirujano suizo, perfeccionó la técnica de la tiroidectomía, la extirpación de la glándula tiroides, y fue galardonado con el Premio Nobel en 1909 por su trabajo pionero en dicha técnica.
En el siglo XX, se hicieron definitivos avances en la comprensión y tratamiento de las hormonas tiroideas. En 1914, Edward Calvin Kendall consiguió aislar la tiroxina (hormona tiroidea T4), lo que permitió un tratamiento eficaz del hipotiroidismo, ya se estaba llegando a un conocimiento y una comprensión profunda de todo el espectro de alteraciones que podía sufrir esta pequeña glándula.
Cuatro décadas más tarde, se descubrió la triyodotironina (T3), la hormona tiroidea más activa. El desarrollo de pruebas diagnósticas avanzadas, como la medición de la hormona estimulante de la tiroides (TSH) y las imágenes por ultrasonido, mejoraron significativamente la capacidad para diagnosticar y tratar trastornos tiroideos, que hasta este momento suponían verdaderos males endémicos en numerosos puntos del globo. Además, tratamientos muy novedosos como la terapia con yodo radiactivo y medicamentos antitiroideos de nueva creación establecieron nuevos estándares en el manejo de estas condiciones clínicas.
Ya en nuestro S. XXI, la investigación continúa enfocándose en la genética de los trastornos tiroideos y en la búsqueda de nuevos y mejores tratamientos, y un nuevo enfoque investigador busca comprender la relación entre esta glándula y otras enfermedades sistémica, así como su distribución entre diferentes tipos de sujetos.
En resumen, la historia de esta pequeñaja, nuestra querida glándula tiroides es un testimonio del progreso médico y científico a lo largo de los siglos, de cómo las respuestas en la ciencia médica nunca han sido las definitivas, y siempre se ha buscado y se busca más allá de las certezas obtenidas hasta el momento.
En un viaje apasionante desde los tradicionales tratamientos con algas basados en la pura observación hasta las avanzadas terapias hormonales y quirúrgicas de hoy, el conocimiento sobre el tiroides sigue evolucionando, y lo que es más importante: mejorando la vida de millones y millones de personas en todo el mundo.