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De leprosería a hospital moderno, la reinvención del Hospital de San Lázaro como Hospital general en el Siglo XIX.

Ya bajo el reinado de Carlos III y bajo las nuevas luces de la Ilustración, se realizaron importantes reformas en el edificio y en su propio funcionamiento que modernizaron sus instalaciones y principalmente mejoraron la calidad de la atención sanitaria, incluyeron la construcción de nuevos pabellones, la mejora de las condiciones higiénicas y la introducción de nuevas técnicas médicas.

Plano del Hospital de San Lázaro en 1890

En el siglo XIX, con el avance de la medicina y la disminución de la lepra, el hospital, cada vez más carente de sentido como leprosería, y por lo tanto, cada vez más desatendido y abandonado,  se supo adaptar para atender a pacientes con otras enfermedades, permitiendo que el Hospital de San Lázaro diversificara sus servicios y, aprovechando su localización, aún extramuros, y su tradición relacionada con enfermedades infecciosas, comenzó a atender a pacientes con este tipo de dolencias tales como la tuberculosis y el cólera, que eran comunes en la época.

Tan común fue el cólera que durante este siglo, varias epidemias afectaron a la población sevillana, la de 1833, especialmente virulenta diezmó la ciudad, y el Hospital de San Lázaro se convirtió en uno de los centros clave para la atención de los afectados.

Este evento marcó un hito en la historia de la institución, que se convirtió en Hospital General en 1837. No nos es ajeno intuir cómo el fin de la lepra supuso la renovación de una institución de caridad en un centro médico moderno con nueva vocación y dotación económica, el inicio de una serie de reformas para mejorar las condiciones sanitarias en toda Sevilla, reflejo todo ello de las políticas liberales de la época, que buscaron transformar las antiguas instituciones caritativas y religiosas en hospitales públicos.

Como no podía ser de otra manera, en la transición entre el Siglo XVIII y el Siglo XIX, el pensamiento científico puso su foco en las enfermedades mentales, nunca antes abordadas desde el prisma racional, y nacen las primeras unidades de una primitiva ciencia psiquiátrica que empezaba a necesitar de alas propias en los centros hospitalarios. No nos puede extrañar que, habiendo en la ciudad de Sevilla un Hospital cargado con las connotaciones de una antigua leprosería, fuera este el destinado a albergar a estos pacientes que, en aquel tiempo resultaban difíciles de tratar con los métodos y conocimientos de la época, pero este nuevo uso se mantuvo sólo unos años hasta que se inauguró en 1899 el Hospital psiquiátrico de Miraflores.

En el siglo XX, el Hospital de San Lázaro se continuo su labor como Hospital General, ofreciendo una amplia gama de servicios médicos a la población sevillana, su evolución y modernización quedó truncada por la Guerra Civil, periodo por el que tuvo que transitar como Hospital de Guerra Una nueva transformación enfocada a la modernización de sus instalaciones y la incorporación de nuevas tecnologías médicas permitieron al hospital mantenerse a la vanguardia de la atención sanitaria en la región.

Médicos y enfermeras en el patio, año 1935. (Archivo Serrano, Fototeca Municipal de Sevilla)

Durante este siglo, también se centró en la formación de nuevos profesionales de la salud, colaborando con universidades y centros de investigación. Esta colaboración no solo mejoró la calidad de la atención médica, sino que también contribuyó al avance de la medicina en Sevilla. Hoy en día es un centro con ambiciosos planes de mejora, que mantiene viva la memoria de sus primeros habitantes, pero se ha despojado de las connotaciones negativas que durante años arrastró debido a la naturaleza de las enfermedades que entre sus muros encontraron en primer lugar acompañamiento, caridad y posteriormente, tratamiento, dignidad, y alivio.

El alma y la enfermedad, vuelta a inquietudes antiguas

Repasando la historia del antiguo lazareto de Sevilla, encontramos, como siempre que se echa la vista atrás a la historia, un reflejo no muy lejano de la actualidad. La atención de las almas era el motor central de la existencia del primigenio Hospital de San Lázaro. Las necesidades puramente físicas quedaban atrás.

El ejercicio de la medicina durante mucho tiempo, ha estado cegado por las mejoras técnicas, ofreciendo grandes ventajas en los tratamientos de las dolencias en un plano estrictamente material, físico. Asentadas todas esas afortunadas innovaciones, la ciencia médica busca en la actualidad renovarse, en ocasiones, escuchando el alma de sus pacientes, sus necesidades como personas, no solo como organismos padecientes.

Forman parte de la apuesta de JJP HOSPITALARIA, de su pasión por mejorar la calidad de vida de los pacientes, de su interés por atender de igual manera las necesidades del bienestar personal y físico de los pacientes -en colaboración con un amplio abanico de grandes profesionales de la medicina- el desarrollo y la difusión de técnicas mínimamente invasivas.

Son técnicas que revolucionan la recuperación de intervenciones que anteriormente eran mucho más agresivas (como la novedosa ablación por radiofrecuencia de miomas uterinos), el apoyo en tecnología de monitorización que da soporte a los profesionales en quirófano a la hora de abordar distintas cirugías (como los equipos de neuro monitorización para el tratamiento del sistema endocrino), así como el uso de sistemas de navegación (para garantizar el mayor éxito en tratamientos intervencionistas), enfocando toda nuestra labor y nuestro esfuerzo a mejorar la vida, la calidad de vida de las personas, en cuerpo, y alma.

Hoy, como antaño, entendemos que no somos solo cuerpos, hay mucho que trabajar de la mano con la medicina para mejorar la vida y la satisfacción de los pacientes.